Las redes sociales pueden convertirse en un poderoso aliado a la hora de aumentar la visibilidad de nuestro proyecto, llegar a audiencias más específicas y mejorar la imagen de marca. Sin embargo, una incorrecta gestión de los perfiles corporativos puede tener resultados totalmente contraproducentes. Revisa estos diez malos hábitos en los que nunca deberías incurrir si quieres aprovechar el potencial de las redes sociales para tu negocio.
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1. Ignorar a la audiencia
Seamos claros, si te molestan los comentarios críticos, no estás dispuesto a dedicar cierto tiempo a tus perfiles y prefieres no responder a ninguna cuestión a través de las redes, ¿para qué estar en ellas? La audiencia ofrece información muy valiosa para mejorar cualquier proyecto, siempre y cuando se esté dispuesto a escucharla.
2. Generar contenido de escaso valor
O, directamente, crear publicaciones que no aportan absolutamente nada a la audiencia. Tenemos que ser creativos y ofrecer valor añadido a nuestra audiencia. No es conveniente publicar por publicar porque con ello perjudica a la imagen de la empresa o de ti mismo como profesional. Todo lo que se publique debe generar algún tipo de valor a la audiencia, así como resultar ameno en su lectura o visualización. Los contenidos poco interesantes o tediosos provocarán un goteo de unfollow.
3. Publicar sin criterio
Si importante resulta tener algo que decir, no menos relevante es que todo lo que se diga resulte lógico y coherente. De igual modo, tampoco es recomendable empeñarse en estar presente en todas las redes sociales y aportar algo diferente en cada una. Lo más sensato es seleccionar qué plataformas convienen más al proyecto y construir una estrategia de contenidos para sacarles el máximo partido.
Aunque todas las redes sociales cuentan con una serie de características comunes, salta a la vista que el funcionamiento de Twitter, Facebook o Instagram no es exactamente igual. Por ejemplo, en un tuit se impone la capacidad de síntesis, mientras que una publicación de Instagram requiere de originalidad y visualidad. No es aconsejable, por tanto, dar el mismo uso a todas las redes sociales.
5. Compartir enlaces a blogs
Servirse de las redes sociales para compartir enlaces a blogs propios o ajenos no es una mala práctica per se. El problema viene cuando se convierte en un hábito y prácticamente todos los días se comparten enlaces a otras páginas. Es posible que ello produzca hartazgo entre los seguidores y que acaben viendo el perfil como un mero agregador de noticias.
6. Dar cobertura a fake news
Ligado a lo anterior, más grave todavía es la publicación o redifusión de enlaces o noticias que incluyen contenidos falsos u ofensivos. Presta atención a la fuente de la que te estás sirviendo para redactar tu post y desconfía de aquellos sitios web que no parezcan solventes. La falta de rigor en una publicación puede restar mucha credibilidad a tus perfiles.
7. Hablar mal de tus competidores
En una economía de mercado, todos estamos obligados a competir para destacar en nuestro sector y ganar cuota de mercado. Ahora bien, esto no justifica que se utilicen las redes sociales para lanzar mensajes negativos sobre nuestros principales competidores. En primer lugar, denota una falta absoluta de elegancia y fair play que no nos deja precisamente en buen lugar. Segundo, puede dar la sensación de que estamos muy inquietos por los progresos de los demás.
8. No hacer pruebas
Las redes sociales evolucionan al mismo ritmo que la sociedad, esto es, de manera acelerada. Por consiguiente, los perfiles deben actualizarse periódicamente tanto en lo que respecta a su diseño como en lo que atañe a la propia estrategia de comunicación. Para ello, resulta preceptivo hacer pruebas para comprobar qué recibimiento tienen los cambios en el impacto de nuestras publicaciones. Probar diferentes horarios, alternar contenidos de diferente naturaleza (textos, vídeos…), variar la frecuencia de publicación o modificar el número de caracteres o palabras son algunos de los test que conviene pasar periódicamente.
9. Ignorar las estadísticas
Las redes sociales generan una serie de métricas que pueden ponernos sobre aviso de que algo no marcha según lo previsto o, por el contrario, confirmarnos que la estrategia seguida es la apropiada. En cualquiera de los casos, es necesario observar con cierta regularidad la evolución de las estadísticas. Con estos datos sabremos cuándo generamos más interacciones, de dónde procede la audiencia o qué publicaciones han tenido más impacto.
Programar publicaciones o automatizar parte de las funciones de las redes sociales es un recurso lícito pero que nunca puede sustituir por completo a nuestra interacción con estas plataformas. Los usuarios esperan recibir respuestas personalizadas y el abuso de las herramientas automáticas podría hacer disminuir las interacciones.
